El maestro Raúl García Velázquez, director de la orquesta, a quien se le veía de magnífico humor, tuvo una muy efectiva comunicación con la gente, nos explicaba muy breve y con notable claridad las piezas del programa, los instrumentos, la ópera El cascanueces con la que inició, fragmentos hermosos y representativos de varios países y culturas.
A mitad del concierto salió el coro monumental y con todo el conjunto cantaban tan bonito y los músicos tan virtuosos que a ratos parecía que estábamos en el cielo más que en el templo.
El público agradeció de pie y con un cariñoso aplauso, interminable, la presencia de tan grandes artistas entre nosotros.
(JChM).
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