Taller de Mario Arras
Martha Estela TorresTorres
(Recordando al Arqui en su segundo aniversario luctuoso).
En esa temporada evocamos los recuerdos del Taller Literario Pablo
Ochoa, los momentos de trabajo, revisión y unidad que dábamos a los textos, a
la creación que geminaba de nuestras manos como flores, abejas y estrellas.
Mario Arras, su coordinador, ha sido uno de los maestros más
importantes en el estado de Chihuahua, por su cultura, su preparación, su amor
a la literatura y a las artes, pero sobre todo por apoyar, dar impulso y
orientación a los escritores que despertábamos al anhelo de crear, escribir
versos, inventar cuentos e historias plasmando la realidad, la imaginación o
nuestros sueños.
Aún a dos años de su partida, desde el primero de noviembre
2016, nos duele su ausencia que se fortalece con el tiempo, con el silencio que
deja después de tantos años de convivencia, de múltiples recomendaciones, excelsas
pláticas sobre cine, arte, y enseñanzas que nos alentaban a quienes acudíamos cada
miércoles al Centro de Arte Contemporáneo, después al CIDECH, al Colegio de Bachilleres,
a Filosofía y Letras, y en los últimos años a su casa museo como si fuera nuestro
hogar, invitándonos además a Eva Castro, a Luz María Montes de Oca y mí los
sábados para trabajaren nuestra primera novela; ahí convivimos con su familia siempre
hospitalaria.
Muchos fuimos afortunados por estar en su taller. Nos
alimentaba su conocimiento y amabilidad, disfrutando a la vez del compañerismo
que prevaleció en los bellos espacios que como arquitecto construía.
Algunos talleristas crecieron, se superaron, tomaron decisiones
importantes, como iniciar, sin importar edad ni condición, unacarrera en letras,
en artes o alguna maestría acorde a la creación. Otros compañeros emigraron
para siempre, salieron a buscar otras rutas, nuevos horizontes en su quehacer artístico.
Muchos nos quedamos a escribir en silencio, a compartir lo que aprendimos, a
esparcir semillitas en tierra fértil como él lo hizo durante décadas dedicado a
esta labor fecunda.
El Arqui daba mayor valor al aprendizaje y avance de sus discípulos
que a los limitantes del oficio, cultivando la sensibilidad y el ingenio como
perlas en los mares. Su mayor acierto, ser maestro de maestros, líder que sabía
descubrir y desarrollar talentos.
Por medio de su intervención conocimos a los escritores y
artistas que emigraron de Chihuahua como Sebastián, Víctor Hugo Rascón Banda, José
Vicente Anaya, Carlos Montemayor, entre otros. Arras fue su primer promotor en
esta tierra sin profetas. Él los dio a conocer en el estado, en la región
minera especialmente. Recuerdo cuando nos comentaba que eran sus amigos y nos
contaba de su trabajo y proyección.
Después, algunos compañeros talleristas destacaron en estudio,
trabajo y publicaciones por su pasión a este oficio, desfavorecido
materialmente, pero de gran nobleza y trascendencia en las líneas impredecibles
del tiempo.
Arras ha alcanzado trascendencia, ya que vive en cada uno de
nosotros, en cada amigo, cada alumno, cada persona que supo asimilar su
disciplina, y sobre todo su gratitud a la vida. Ahora cada tallerista esparcirá
a su vez sus enseñanzas, siete veces siete, no en una suma lineal, sino en una
multiplicación infinita que alcanzará a las nuevas generaciones, identificadas
seguramente por su sensibilidad e ingenio y la generosidad de los verdaderos maestros
como él, que no reclaman un lugar en la historia, simplemente se empeñan en
compartir la abundancia de su corazón dejando una huella notable en el
intelecto y el alma de sus discípulos.