En la
foto Mario Lugo, Luz Ernestina Fierro Murga, Verónica Fuentes Mares y Victoria
Montemayor
La mesa
de literatura 2018 JFM
La mesa
panel del viernes 21 de septiembre en la Quinta Gameros fue conducida de manera
elegante y precisa por Victoria Montemayor; los ponentes fueron Mario Lugo, Luz
Ernestina Fierro y Verónica Fuentes Mares, quienes hablaron de literatura en el
marco de los actos culturales que la Universidad Autónoma de Chihuahua ha
venido realizando este 2018 Año Fuentes Mares.
Inició
Lugo quien al contrario de como suelen ser sus conferencias de rostro adusto y
partiendo madres con su crítica siempre terrible por lo claridosa y bien informada,
esta vez apareció sonriente y seductor con el público, y todo eso sin que ni
por un momento declinara su teoría literaria siempre honesta. Dijo que no son
los libros literarios de Fuentes Mares aquellos por los que está en el canon de
los buenos escritores del siglo 20, sino por sus libros de historia; que de su
teatro solo quedarán dos piezas y algunos momentos o escenas, y que eso mismo
se lo dijo en persona cuando se hicieron amigos.
―Curiosamente
nuestra conversación se inició a raíz de una crónica que publiqué en mi columna
de El Heraldo de Chihuahua (Armario),
en el que hago un análisis adverso de su novela El crimen de la Villa Alegría, a la cual considero un fracaso muy
bien escrito, una imitación fallida de los thrillers norteamericanos. En vez de
enojarse, me llamó para comentar mi nota y allí se inició una amistad literaria
que para mí fue muy grata.
En
contraste, Lugo también afirmó que las dos primeras novelas de Fuentes Mares, Servidumbre y Cadenas de soledad, eran perfectas narraciones de su época, grandes
textos del siglo 20 en todos sus elementos.
―El
esplendor clásico del lenguaje, aquellas frases largas y de magnífica redacción,
sin chistes groseros ni la obscenidad impertinente que luego se puso de moda
escribir.
Con un
estilo distinto pero con igual solidez intelectual, Luz Ernestina Fierro bordó
sobre la personalidad intensa de José Fuentes Mares, la seguridad con la que
escribía y dictaba conferencias, el caudal de información desde donde escribía
su vasta obra. Hizo una glosa esclarecedora de Intravagario, la novela autobiográfica que fue el único libro
póstumo del autor, y sacó a relucir varias escenas hiperrealistas que allí se
cuentan.
―Fuentes
Mares hablaba y escribía no en el tono de quien dice su verdad, sino en el tono
de quien está seguro de que dice La Verdad ―afirmó la ponente, palabras más
palabas menos.
Por su
parte Verónica Fuentes Mares se echó al público a la bolsa contando con voz
pausada y excelente discurso el love story de sus padres. A su ponencia la
llamó Fuentes Mares y el amor,
parafraseando el título de un libro epistolar del ilustre escritor. Explicó que
haría una glosa de una caja de caoba que su mamá le regalo, la cual contenía
las cartas, muchas, que su esposo se había escrito al inicio del noviazgo y
hasta el día de la boda. La conferencia la dividió en tres partes: el cortejo,
el noviazgo y el compromiso.
Con un
ritmo precioso, magnífica voz de locutora y un texto muy bueno escrito con
sobriedad y tonos de bello sentimentalismo, la conferencista hablaba ante un
público en completo silencio, emocionado, que se dejaba seducir por la ternura
de una excelente historia, muy bien relatada. A todos nos gustan las historias
de amor pero no es frecuente oírlas decir con tan magnífico estilo.
Victoria
Montemayor, conductora de ese acto cultural, cerró la mesa con breves reflexiones
en las que hizo una síntesis de las tres ponencias y agragó algunas propias.
Fue ella un excelente conductora, magnífica voz, estructurado pensamiento y
certero timing.
Muchas
personas del público abordaron a los cuatro de la mesa, el ambiente era animado
y cálido. Sin duda esa mesa consiguió sintonizar a la gente en el encanto de la
literatura.
(JChM).
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